Producir alimentos respetando a la vez el medio ambiente y las estrategias de vida de las comunidades rurales es posible, pero requiere de un esfuerzo de integrar la multiplicidad de visiones de todos los actores y escuchar todas las voces. Es una de las reflexiones que se dieron en el marco del tercero de la serie de Diálogos Regionales para la Gestión Integral en las Montañas Andinas, dedicado al tema de Conservación, Restauración y Producción Sostenible. El último de la serie de Diálogos de 2024 tuvo lugar el 9 de mayo, y reunió a más de 60 participantes de distintos países de la región andina.
El evento inició con la conferencia dictada por Manuel Peralvo, de CONDESAN, sobre la degradación de tierras y el manejo integral de los paisajes de montaña. Peralvo destacó la importancia de tener una definición precisa de la degradación de tierras, un proceso que es largo y complejo de ubicar en el tiempo y el espacio, a diferencia de eventos puntuales y precisos como puede ser la pérdida de un bosque. La degradación de tierras es un impulsor de otros procesos como la pérdida de biodiversidad o el cambio climático, y es a la vez influída por ellos, por lo que es crucial abordar el problema de manera integral. Se refirió al proyecto Neutralidad de Degradación de la Tierra de CONDESAN, y cómo se maneja una prelación de las acciones a tomar: en primer lugar se plantea conservar, evitando la degradación, en segundo lugar reducir el impacto sobre la biósfera de las actividades de producción, para finalmente y solo si es necesario, restaurar el ecosistema degradado.
A continuación se presentaron dos charlas relacionadas con iniciativas de fomento de la agrodiversidad en los Andes. Mary Piñán, de la Unión de Organizaciones Campesinas Indígenas de Cotacachi, Ecuador, expuso la experiencia de sistemas de chakra andina en esa región. La chakra, señaló Piñán, es un sistema agrícola milenario, que ha sido reconocido por su importancia por organismos como la FAO, y que representa para las comunidades y en particular para las mujeres, no sólo seguridad alimentaria sino una fuente de ingresos a través de la venta de los excedentes, y al mismo tiempo una farmacia viva. María Pinto, coordinadora en Bolivia del Proyecto Andes Resilientes, presentó experiencias de este proyecto que busca fomentar la agrodiversidad como clave para la resiliencia, pero trabajando desde la lógica “del segundo piso”, es decir, de apoyo a la gobernanza. Para este objetivo, se considera esencial reforzar las cadenas de comercialización de los productos, conectar la ciudad y el campo a través de una mirada de consumo y de comercialización de los productos que contribuya efectivamente a reducir la vulnerabilidad.
Las dos charlas finales se relacionaron directamente con la conservación de la biodiversidad y la preservación de los ecosistemas. Vivien Bonnesoeur, del Proyecto INSH de CONDESAN, se refirió a una experiencia de restauración de una turbera altoandina altamente degradada en Perú. Gracias a la instalación de un sistema de riego por canales, la re-vegetación introduciendo tepes y esquejes, y de un cerco de protección contra el ganado, se ha logrado recuperar la turbera, con coberturas en vegetación que alcanzan hasta el 100% en algunas zonas. Para Bonnesoeur, esto demuestra que los sistemas frágiles como los humedales, también pueden ser muy resilientes y que su restauración es posible. Finalmente tomó la palabra Jon Paul Rodríguez, de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza IUCN. Se refirió a los programas de conservación de la organización, y en particular a los esfuerzos que realiza para enfrentar lo que llama la “paradoja de la conservación”: las zonas de nuestro planeta donde se encuentran la mayoría de los recursos para conservación de la naturaleza (económicos, de capacidades, etc.) no son las mismas donde se encuentran las especies más amenazadas. Por ello, apuntó, se requiere un esfuerzo global conjunto para llevar esos recursos donde se necesitan.
El Diálogo fue cerrado por Saskia Flores, quien destacó la importancia no solo de este espacio, sino de toda la serie de Diálogos 2024, iniciada en marzo. Entre los puntos más importantes, señaló la necesidad de escuchar las experiencias de todas las regiones de los Andes, y los puntos de vista de todos los actores. Llevar estas experiencias y este diálogo a los tomadores de decisión es fundamental para el objetivo de una gobernanza eficaz, basada en el conocimiento, y a una gestión verdaderamente integral de los ecosistemas de montaña.